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Ao NN den de trasladarse a otro punto. El 16 de Mayo, con once de sus compañeros, fué llevado a una severa reclusión de la Roca de Lugo. Al día siguiente es- cribía al prelado Ginnasi: «Al presente puedo diri- girle esta mía, asegurándole que mis compañeros y yo, participamos de óptimo estado de salud. Las Órdenes que se nos han dado, son: 1.2 No poder celebrar la Misa. 2.2 No poder recibir comestibles, 3.* No poder comunicar con los de fuera... Todos estamos en una habitación...» De las privaciones, la que más sentía nuestro héroe era la de no celebrar Misa, que esta vez duró tres meses. De una carta, échase de ver cuán gran- de fué su alegría al poder comulgar en ocasión en que se le hubo de administrar el Santo Viático al párroco de Gizzi... Pero luego, aplacándose otra vez el ímpetu del furor, se les permitió celebrar una sola Misa. No quitó eso para que los prisioneros, va- liéndose de suma diligencia, ya que tenían altar, se aprovecharan de los descuidos de la guardia, para celebrar todos diariamente. Lo grande y admirable es que en medio de tantas privaciones, idas y venidas, nunca se le oyó al Beato Gaspar ni una sola queja contra los auto- res de tan tiranas órdenes, ni contra sus ejecutores; antes, lleno de espíritu, de paz y de amor recomen- daba a todos, el aprovechamiento de aquellas oca- siones para merecer más en las tribulaciones. En medio de susec!lusión de la Roca, no perdió sino que aumentó su amor al silencio y oración; y
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