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Un En una carta que desde la cárcel escribió a una persona íntima, se manifiesta gozoso de sufrir por Cristo y por el Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra... El canónigo Del Trate, compañero suyo en aquella ocasión y que sobrevivió al Beato, depuso en el «Proceso» de beatificación, que no solamente soportaba con paciencia las amarguras de la prisión sino que exhortaba a sus camaradas de infortunio a hacer lo propio, manteniéndose incólumes y obe- dientes a la Santa Sede. Haranse concebibles estas tribulaciones sufridas con tan colmada paciencia si reparamos en que en aquella prisión tenía que dormir sobre un sucio jergón de paja, lleno de insectos molestos y asque- rosos, particularmente para Gaspar tan delicado de suyo y tan amigo de la limpieza. El manjar reduciose a una sopa que causaba nauseas, con dieciseis onzas de pan... Con ser nues- tro héroe tan débil de complexión, no quiso dife- renciarse en nada de otros prisioneros, y aun solía decir con gracia «que aquel manjar era como el maná del cielo». Era el pan del destierro y de la tribulación que le sabía a gloria con el recuerdo de su Dios padeciendo por su amor. Estaban privados hasta de papel y libros (1). No podían: hablar sino por necesidad y en presencia de los guardias y centinelas; ni recibían carta sino (1) Algunos guardias incrédulos se apoderaban hasta de sus llavines de maletín, privándoles así de todo.

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