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O San Marcos, Gambini, Marchetti y... Albertini, que por amorosa providencia de Dios iba a ser el paño de lágrimas y el consejero fiel de Gaspar. El 15 deJulio, ya entrada la noche, llegaron a Piaccenza, alojándose en la casa parroquial de San Mateo. Vino a colmar su pesar de desterrado el clima insano de aquella localidad de un aire húme- do y maléfico, que le causaba continuas fiebres y cefalalgias harto agudas. Pero todavía pudo emplear una gracia literaria al escribir a sus amigos, que aquel lugar, mejor que Piaccenza merecería llamar- se displicencia. Mas, abismado en el conocimiento de su nada y de sus culpas, añadía: «Pero mis pe- cados merecen mucho más, y lo que se padece por Cristo siempre es poco». La enfermedad aumentaba su grave curso hasta el punto de no poder retener comida alguna y tener que administrársele el Santo Viático y la Santa Unción, xxx Su director y consejero Albertini, viendo que el mal no admitía remedio y al paciente bien dis- puesto a morir, creyó llegada la hora de hacerle una revelación cuyos resultados tocaremos más adelante... Una predicción hecha por la sierva de Dios María Agnese del Verbo Encarnado, muerta en Roma en Marzo anterior, en el monasterio de las Padotte, parecía referirse al mismo Garpar, y Albertini era depositario de dicha predicción, cuyo tenor es como sigue:
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