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q. este intento, fuéronse a la iglesiade San Omobono. Era dicha iglesia correspondiente a la Universidad de Sastres, que sería seguramente una sociedad de los de dicho oficio, Fué por tanto preciso obtener el permiso de Mns. Carpegna, Primicerio de aque- lla Universidad. Presentáronse los cuatro compañe- ros a dicho señor, pero fueron repulsados por un criado so pretexto de que el prelado, .enfermo habi- tualmente, no recibía a nadie. Preguntaron por el señor Secretario, y se les contestó que estaba ocu- pado. Bien pronto supieron que monseñor no que- ría saber nada del proyectado Oratorio. Las obras de Dios no serían suyas sino tuvieran de una u otra parte la unción de la Cruz. Mas el amor y celo acrecen con la contrariedad, y en un caso como el presente bien se podía sospechar que el demonio andaba de por medio. Pusieron, pues, los ojos en la capilla de Santa María de Vincis, perteneciente al cabildo de San Nicolás, en la cár- cel Tuliana, y aunque desvencijada y pobre, Gas- par la restauró, aderezó y acomodó, dando princi- pio a su obra el 23 de Octubre de 1808. No era leve ni baladí la empresa, y para merecer el favor del cielo, preparáronse con tres días de ejercicios, predicados por Bonanci. Al inaugurarse dicho Ora- torio, Gaspar puso a sus compañeros la obligación no sólo de procurar la santificación propia, sino la de visitar también el vecino hospital de la Consola- ción, pará solaz de los enfermos... Nuestro Beato era el alma de la obra, y ni escatimaba trabajo, ni deja-
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