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ZN ciones tomó otra esfera, reverberó de modo más singular. Entre las más antiguas archicofradiías de Roma se contaba la de la Doctrina Cristiana, fundada por el cardenal Baronio en el pontificado de Pio V. Cada parroquia tenía un representante, y uno de ellos fué nuestro Gaspar. Honrado, además, con el cargo de Secretario, correspon díale como a tal una mayor y más vigorosa actuación. Quien se ensayó en este linaje de empeños con tan brillantes auspicios, no podía por menos de dejar una huella profunda en sus funciones. Él ha- bía sucedido en la obra de Sánta Galla al abad Diotavelli, y pudo hallar en sí recursos de una vita- lidad inaudita en obras similares a aquella, y en par- ticular en la catequesis, ramo del apostolado en que parecía ser un especializado. Observó, pues, aque- llos puntos de la Ciudad Eterna, más abandonados y descuidados, y llevó allí sus fecundas iniciativas. Quiso fundar un Oratorio nocturno para bien de los obreros, clase tan abandonada y tan peligrosa en la sociedad. De su formación depende la solución de hondos problemas públicos, pero el fundamento de la formación de todo hombre integral es el cate- cismo. Es clara y manifiesta la realidad de ambas edu- caciones, la de sin catecismo, y la de con catecismo. La educación laica y la cristiana. La educación sín el catecismo, no solamente conduce a la bancarrota espiritual, sino que arroja a la sociedad en la sima
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