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— 8 > pañeros ocupados en múltiples quehaceres apos- tólicos. **x* Nadie como nuestro Beato entendía que el sa- cerdote debe ser sacris datus, sacra dans, sacra do- cens: quien a este programa no se atiene, lleva ade- lantado camino para poderse perder. Nos asombra el Beato Padre Avila, que al oir habia muerto un sacerdote después de celebrar sólo una misa, dijo: Mucho lleva de qué dar cuenta. Pues si a ese tre- mendo cargo sumamos la dejación de esos otros sublimes deberes, ¿no será para temer y temblar?... Por eso, ejemplos de nitidez y exactitud en los de- beres sacerdotales, como el que tenemos a la vista, hacen falta para elevar, si cabe, y autorizar el mi- nisterio y animar a otros a desempeñar más fiel y devotamente los sagrados deberes. Muerto el canónigo Pace, entró nuestro Beato en la posesión del beneficio canonical y dió de sí tan buena cuenta en el nuevo cargo, que llevó, como se dice, ad unguem, sus cargas sin faltar ja- más a los actos del coro. Mientras tenía a su cuen- ta el oficio de Sacristán Mayor de su iglesia, procu- raba fijarse en los menores detalles para que estu- viese el templo de Dios limpio y aseado, como es razón que esté la Casa del Señor. Tampoco se dispensó nunca del hábito talar; y aun cuando los cánones permitían el llamado ves- tido talar corto, él nunca se tomó. tal libertad ni
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