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js A rram rectam (1); y Aquel que dijo por Ezequiel: Ecce ego introducan in vos spíritum et vivetis (2). He aquí que yo introduciré en vosotros el espi- ritu y viviréis, hará sentir al joven suplicante la sen- sación del espíritu de verdad y de rectitud para acertar en el camino que le convendrá tomar. En la carroza de la gloria de Dios que vió Ezequiel, en que había rostro de águila, símbolo de los prelados; rostro de hombre, símbolo del estado eclesiástico; rostro de buey, que representa a los continentes, y rostro de león, que significa el estado seglar, 'se nota que a todos movía un espíritu que les hacía andar y que los animales caminaban «ubi erat im- petus spiritus» adonde eran llevados por el impetu de dicho espíritu. Para nuestro caso, ese ímpetu del espíritu es la vocación... Nuestra seguridad en la elección de estado no está en que adoptemos el camino más perfecto, sino en que acertemos en el que Dios fijó para nosotros. A este caso escribió Lesio una sentencia formidable: «Quidam in Reli- gione pereunt, qui in matrimonio salutem fuisent consecuti» (3). Puede realmente perecer quien equi- vocando o errando la vocación, se metió en religión y que tal vez en el siglo se hubiera salvado. Lo mis- mo se ha de entender de otras dignidades, oficios u Ocupaciones. No está Dios obligado a dar fuerzas para llevar la carga que no pone; y esto ocurre (1) Sal. 142. (2) Ezech. 37. (3) Opusc. de Stat Vit. q. 6. n. 71.

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