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NU a como el cielo azul en la inmensidad de la mar... Tal vez estos hermosos brotes del pensamiento del hombre quedarían en hermosos lienzos viejos, pero sin color, si no tuvieran como bordadura de un en- caje femenino, el corazón apasionado de un cora- zón también femenino... Por eso vemos agruparse junto a San Francisco de 'Asís y junto a Vicente de Paul, por ejemplo, esos ángeles sin alas, pero de espíritu vital, dando a sus respectivas obras el colo- rido y el sabor de una tierna poesía celestial... El Beato Gaspar nos recuerda a la joven María Mattías, de quien hemos hecho mención en el cuerpo del libro... A la mente de Gaspar y de Al- bertini había asomado la idea de asociar a la Insti- tución de Misioneros una Congregación de Religio- sas del mismo título de la Preciosa Sangre... Hemos visto el hallazgo que hizo el Beato en la Misión de Vallacorsa al conocer a María Mattías... Educada por el tercer Director general de la Congregación, resultó una santa fundadora... Instruida en la Sa- grada Escritura y en la doctrina de los Padres, fué un prodigio de elocuencia y señalose gloriosamente en el apostolado de la Preciosa Sangre. Abrió en Acuto (Roma) la primera Casa del Ins- tituto, y al cerrar sus ojos a la luz de la vida, podía contar sesenta centros de enseñanza, con doscien- tas maestras. Hoy; entre Italia, Inglaterra, Bosnia y América, cuenta el Instituto unas 147 residencias... Su objeto es tan amplio como son los intereses de la Preciosa Sangre: Enseñanza, hospitales, labora-
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