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— 353— tándole vómitos. Arrojaba esputos purulentos, san- guinolentos a veces, otras veces mezclados con cuerpos sólidos que parecian pedazos de pulmón... Al segundo mes de la recaída le empapaba un sudor frio por todo el cuerpo, con disentería e hinchazón de piernas. Consultado el Dr. Notarianni, entonces de fama universal, se declaró el caso humanamente desahuciado por completo... Un día, el canónigo Verardi entregó a la tía de Octavio unos hilos de la ropa de Gaspar del Búfalo, pusiéronse en un poco de agua, y haciendo un esfuerzo los tragó con fe el enfermo... Durmió éste, y al día siguiente, el médi- co sorprendido declaró que se trataba de un mila- gro... El paciente estaba curado y dejando la cama se fué a sus trabajos de antes. A los 30 años fué reconocido por los médicos deputados por la Sagrada Congregación de Ritos y no le apreciaron rastro alguno de la crisis pasada, gozaba perfecta salud... El segundo milagro tuvo lugar en Albano el año 1861. Clementina Masini, casada con Domingo Panetto, enfermó gravemente en 1858, de una peri- tonitis sudativa y crónica de carácter purulento que llego a la perforación de las paredes abdominales y del intestino, Durante tres años sufrió la enferma horriblemente. El marido no pudiendo tolerar su hedor la arrojó de casa. En tan amargas circunstancias, pudo, ayudada de su madre, Hegar al sepulcio de Gaspar en la iglesia de San Pablo. Tendida sobre la losa de
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