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— 351— la santidad corresponde a ella... Ella interpreta los hechos y las doctrinas y pone sobre las sienes de los verdaderamente merecedores la corona de la venerabilidad con una aclamación pública en favor de las virtudes de sus héroes, Movido por más de sesenta milagros plenamen- te comprobados (1), se incoó el proceso eclesiásti- co sobre la glorificación de Gaspar, y ya hemos consignado que el primer paso, el más arduo, tal vez, está dado por la gracia de Pio IX. El proceso de beatificación se reduce a probar que hubo práctica de virtudes en grado heroico y operación de milagros en el Venerable... No admite la Iglesia para proceder a la beatificación los mila- gros hechos antes de la muerte, ni tampoco le bas- tan las virtudes heroicas sin milagros, ni milagros palmarios sin heroicas virtudes (2). Estos milagros que se examinan para la beatifi- cación deben ser por lo menos dos, pero la Comi- sión apostólica que inaugura el «Proceso» de bea- tificación inquiere también acerca de la fama de san- tidad como en el proceso ordinario informativo y no dictamina un grande estudio ni se resuelve el asunto antes de que una reunión de cardenales en debate general super fama estudia los documentos presentados por el abogado de la causa... Cuando el resultado de este debate es favorable se procede "iy Véase Calpena: «La luz de la fe en el siglo XX». Dic. 28, tom. XI!, (2) Gregorio IX. Qum dicat al canonizar a S. Antonio de Padua. Los milagros requeridos más comunmente son los que versan acerca de la curación de enfermos. .

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