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CAPÍTULO VII La beatificación. —Milagros probados. El Decreto de Pío X. Yi tocamos ya el postrero asunto, como remate desgeo% ya que no como broche de oro o de rubíes, para cerrar este libro... Hemos seguido paso a paso, y casi por etapas rigurosamente cronológi- cas la historia del santo fundador de la Congrega- ción de Misioneros de la Preciosa Sangre. Tal vez ese rigor analista haya podido quitar algo o mucho de las bellezas narrativas de que era susceptible el contenido real de una vida tan maravillosa. Dentro de otro marco, con una clasificación ordenada de materias más libre de embarazos cronológicos, hu- biera salido la figura del Beato más atrayente y poética. Sin embargo, hemos intentado dar la sen- sación de la verdad en todos sus detalles y al llegar al último capítulo no queremos arrepentirnos de lo hecho. El premio de tanto afán apostólico y de tanta virtud está reservado a Dios, que se complace en que en su nombre hable la Iglesia, como órgano de todo lo puro e incorruptible... El fallo definitivo de