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E, Y EN este efecto llevo conmigo sus estampaz para repar- tirlas, según me parezca oportuno. Por esta interior devoción me acerqué muchas veces a su sepulcro y pedi algún objeto usado por el Siervo de Dios. Der Rvdmo. P. Blas Valentini, obtuve un pañuelo, que dividí en pequeñas partes, para satisfacer la devoción de algunas almas y para excitarla en otras. Durante mi estancia en Albano, ví a muchos hom- bres, mujeres, eclesiásticos y prelados acercarse con mucha veneración a su altar en la iglesia de San Pablo, y pude observar que muchos sacerdotes querían dar contento a su devoción, celebrando el Santo Sacrificio en aquel altar junto al que descan- sa su cuerpo.» No creemos faltar en un ápice a los miramientos que impone el pudor, si relatamos el siguiente caso, puesto que es el mismo que lo trae el citado Vene- rable Palloti, para demostración de su piedad y confianza en el favor de Gaspar: «Doña Bárbara de los Príncipes Massimo Ca- sada Ruspoli, estaba ya en el séptimo año de ma- trimonio y abrigaba inmensa pena por carecer de sucesión... El venerable Palloti la exhortó a cobrar una gran confianza en el bienaventurado Gaspar y le dió un pedacito de pañuelo usado por él, Des- pués de tiempo, la dama fué a decir al piadoso Palloti, que el canónigo de Búfalo le había escu- chado... y a poco dió a luz un precioso niño. * + $ O e A AAA,
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