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preos == Ñ q — 346— dad en la mayor parte de las poblaciones que evan- gelizó, obedecía, no al reclamo populachero del pe- riodismo, sino al ambiente del perfume celestial que en todas partes dejaba a su paso... El luto causado en todos los centros religiosos por su muerte, se trocó bien presto en un hosanna de bendición, re- conociendo un santo más en el cielo, desde donde podría atender mejor al mejoramiento y progreso de sus Obras. Muy luego se organizaron peregrinaciones a su tumba en Albano. Venían de todas las regiones de Italia, y hasta los eminentísimos cardenales Franzo- ni, Falsacappa y Falconieri fueron a venerarle ren- didos... Los sacerdotes honrábanse con poder cele- brar en el altar, cerca del cual yacía, en la paz de Dios, el cuerpo del gran apóstol. La fama de su santidad rebasó los apeninos y llegó a Francia, Alemania, Suiza y Estados Unidos, y de todas partes eran solicitadas sus reliquias, im- primiéndose por millares estampas suyas para satis- facer la piedad de los devotos. *+*x* Dejando otros testimonios nos place transcribir aquí el juicio del Venerable Palloti, que consta en el «Proceso» ordinario de Albano. «Experimento, dice, una intensa devoción hacia el Siervo de Dios, por sus virtudes, y me siento impulsado interior- mente a infundir esta devoción en el corazón de los fieles, excitándolos a confiar en su intercesión. A

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