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a > . a A IN AE E 5 pad ; — 330 — des, la perfección queda orientada y en plena luz lo que se hallaba envuelto en la penumbra. No hay que decir, porque sería repetir lo excu- sado, que el amor a María fué un idilio en el cora- zón de Gaspar. Después de Jesús, el objeto de sus meditaciones, de sus ternezas, de sus plegarias, de sus obsequios era María... Amor que reune todos los amores como el inmenso mar todos los ríos. En el escudo de la Congregación dejó unidos los adorables nombres de Jesús y María como los llevaba en su corazón. D. Blas Valentini depone, por haberle tratado muy de cerca, que desde niño había cultivado Gaspar esta devoción, inscribién- dose en las congregaciones del Santísimo Rosario, del Carmen, del Nombre de María y de la Inmacu- lada. En todas sus misiones consagraba un sermón para la Virgen; y se ha dicho, que, predicando so- bre este tema, «parecía un serafin». Muchas perso- nas que no sacaban fruto de otros discursos, que- daban hondamente impresionados en el sermón de la Virgen. Acostumbraba poner las misiones bajo el patrocinio de María, llamándola «caudilla y triunfadora de las mismas». Quería promover intensamente la devoción hacia la Reina de las Vírgenes, como señal de pre- destinación, y a este efecto ordenó a sus misione- ros que en todas sus iglesias se practicara el piado- so ejercicio del mes de Mayo, y que cada sábado, en la función de la noche se narrara al pueblo algún ejemplo de la Virgen sacado con preferencia de la

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