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= 320— eran como los homenajes hechos a las imágenes de las iglesias, las cuales, para los que tienen temor de Dios, sólo son representación del Señor, y a la carne y a la sangre como a la madera o la piedra, no deben serles rendidos honores que a sólo Dios corresponden»... (1). Xx * La devoción a la Virgen... En sus pechos de amor y de cariño bebió la leche espiritual que le hízo crecer «in virum perfectum». Con ella se esfu- maba las nieblas de su melancolía en horas de sor- presas del alma... No era un artista de quimeras di- vinas, por eso iba a la que era maestra y doctora para aleccionarse en la ciencia de lo divino. Reco- noció constantemente en María a la «sedes sapien- tie» y cursó en esa academia como cursaron San Ligorio y San Buenaventura y como cursaron todos los'santos y perfectos amadores de Dios. «Per Jesum ad Mariam» parece lo normal de la lógica de las almas; pero también admite una inver- sión gloriosa la frase para hacer el paso, «per Ma- ríam ad Jesum». En ella se encuentra a Jesús en go- zosa plenitud. A no dudarlo, hasta los ruiseñores, esos pequeños y armoniosos trovadores aprenden de la Reina de la naturaleza sus cantos... Sin ella por guíz, caminaríamos por un sendero siempre in- cierto. Ante el desfile mágico de sus grandes virtu- (1) Jorgens en Vida de S. Fre,*, lib. Il, cap. L

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