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pr lirica PA A A md PA nt ARA IEA RANA AA AA Re: pe A NA RS DR E ac ha EA men e IAEA CAPÍTULO IV Castidad. —Humildad.—Devoción a la Virgen. 000000 N d0000000 00 00000909 9000009 O sólo fué dicho de los religiosos sino tam- bién de los eclesiásticos: «de mundo non es- tis, sed ego elegi vos de mundo». No sois ciertamen- te del mundo sino que yo os he elegido del mundo, De suerte que un eclesiástico, para Gaspar, debía ser una antítesis de todo lo que significa mundo, ¿y por qué no de todo lo que significa carne? Entre las virtudes que más deben brillar en la frente de un sacerdote es la castidad... La meditación de la vida y de las «necesidades» que ellos perciben mejor que nadie por los fenómenos de la naturaleza, les conduce al conocimiento de lo permanente y de lo inmortal, superior a las contingencias terrenales, por eso viven de la virtud y deben vivir emparen- tados con los ángeles por medio de la castidad... Si nada está firme sino Dios; si todo lo demás pasa y muere como pasa y muere la esperanza que va deshaciendo la ola, como cantaba tan bella y elocuentemente el extremeño Donoso Cortés, es porque no se dió a la tierra la incorruptibilidad... es porque la tierra no es casta después del pecado del 00
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