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PP — 310— veniente al fin del Instituto... Ahí está el ápice de la prudencia santa, en no descoyuntar los fines de los medios; en regular y armonizar las cosas de modo que sin faltar en lo preciso de la perfección, no superase lo posible de la ejecución. Supo encumbrarse con el ejemplo sobre todos para ser superior a todos... Supo reglamentar. su vida como espejo de la ajena... pero no quiso im- poner obligaciones enojosas ni muy pesadas... ex- cusando las debilidades de sus compañeros. La prudencia de Gaspar se echó de ver en la distribución de los cargos, cosa en que tanto se derrocha el mérito de la autoridad sin provecho de la Comunidad. El favoritismo es una de las plagas que la historia condena hasta en la clase eclesiás- tica y religiosa. Diríase que cierto liberalisino ener- vante atrofia las funciones de la discreción y de la prudencia religiosas... Encumbrar a quien nos pue- de favorecer y apoyar, y no a quien puede hacer mucho a la Comunidad... La prudencia que encar- na en la justicia, atiende a las dotes y condiciones y a la mayor gloria de Dios... Este fué el criterio in- defectible de Gaspar en la distribución de cargos... cosa que exige buena dosis de espíritu imparcial y de abnegación de la voluntad, + * La justicia, es otra de las virtudes cardina- les emparentada entrañablemente con la prudencia. Ella enseña a dar a cada cual lo que puede recla-
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