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— 305— Apóstol: «Cupio anathema esse propter fratres meos... La tribulacióu y el cansancio a que esto le expone será para él otra fuente de consolación (1). El veía en las ovejas de Cristo el objeto del amor a su Maestro y como el noble predicador de las gen- tes exclamaría: ¿Quién me apartará de la caridad de Cristo?... ¡Los intereses de Cristo!... Ved ahi en una palabra el programa apostólico que le dictó su amor a Dios... Trabajar y sufrir para que a ser posi- ble una «sit fides mentium et pietas actionum» y como ya queda relatado en capítulos anteriores llevó el empeño de su apostólico ardor hasta con- sumir la vida, «quia fortis est ut mors dilectio»... De tal manera consiguió este don de la caridad, que gustaba «las escondidas dulzuras del sufrir», ha- biendo llegado a este grado por los escalones y tramos que señala el Seráfico S. Buenaventura (2). Para mantenerse en esta admirable conducta de heróicas virtudes, recurría a una oración continua... En la oración descansaba su alma entera; en ella empleaba muchas horas y parte de la noche... Allí encontraba en todo conflicto al consolador de su corazón; allí la luz, allí el sostén, allí la ruta ver- dadera que había de seguir. Por eso procuraba no dejarla ni aun en los via- jes más molestos y trabajosos... (1) Repletus sum consolatione, superabundo gaudio in omni tribula- tione. (2) Gradus veniendi ad dulcorem charitatis per susceptionem Spiritus Sancti sunt isti septem scilicet: vigilantia sollicitans; confidentia con- fortans; concupiscentia inflammans; excedentia elevans; complacentia quietans; lsetitia delectans; adherentia conglutinans...
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