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PAN o erat ÓN. taba intacto, exhalando suavisimo olor... Delibero- se si convendría tenerlo expuesto en la iglesia para celebrar también allí la función de exequias, y se acordó que no había el menor inconveniente. La noticia corrió rápida por toda la ciudad y el con- curso fué extraordinario. La oración fúnebre pro- nunciada por un misionero fué escuchada con veneración profunda... El médico Bassavelli y el cirujano de Angelis, hicieron nuevo examen del cadáver y al encontrarle en tan felices condiciones, dictaminaron que podía esperarse más tiempo para el sepelio. Es que era preciso dar lugar a la devoción de los pueblos que anhelaban venir a ver por última vez al apóstol que oyeron predicar tan prodigiosamen- te. De todas partes corrían con este piadoso fin y pretendían llevarse algún objeto perteneciente al bendito misionero. Unos requerían un pañuelo, otros una medalla, estos un trozo de su ropa, aque- llos un rosario... etc. Hubieron de destinarse dos misioneros para satisfacer prudentemente estos im- pulsos de piedad; pero con todo no pudo evitarse que alguno frustrado tal vez en sus deseos, y no que- riendo volverse a casa sin llevar algo a guisa de re- liquia, intentó, al besar la mano del difunto, arran- carle un dedo... Muchos obtuvieron la salud perdi- da al ponerse en contacto con aquel cuerpo o besar una reliquia... Dígalo el afortunado Raimundo Ma- razzi, atormentado hacía ya un año por cuartanas con horribles dolores de cabeza y que al ir a visitar

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