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a a a 0 41 1 q en! BA j 14 Í ] a o o A om = a A AIRE E de A los 51 años de edad, con once meses y 21 días, dejaba la tierra de los desterrados para volar al descanso eterno... Pronto bajará del cielo la luz que le envolverá en sus glorias y lo eternizará en el recuerdo de la historia y de la Iglesia. Su vida es un tejido de hebras de oro; una serie de puntos luminosos formando una línea, cuyos extremos se pierden en Dios. El gran ministerio apostólico fué su ideal, que flameaba en la cima de su espíritu como una bandera de victorias en la cima de un castillo señorial. Para cumplir su eleva- da misión recogió en su seno todas las corrientes de las ideas salvadoras... En su Congregación de Misioneros de la Preciosa Sangre encerró el conte- nido de su espíritu apostólico, como en un arca formada de materiales celestes; como en un relica- rio precioso el tesoro que se adora... Sin embargo no fué Gaspar un prototipo de austeridad y de penitencia, que cubierto de cerdas o abatido por la mortificación, causara espanto a sus admiradores. Se nos antoja que Dios quiso proponer al clero este modelo acabado de virtudes y de sacrificios apostólicos para demostrar que lejos de una existencia singularmente extraordina- ria, es posible escalar las alturas de la santidad, cumpliendo leal y fervorosamente la misión con que Dios nos honrara al llamarnos al ministerio sacerdotal... Las más útiles mortificaciones tal vez son las que provienen del desempeño fiel, modesto, natural y perfecto de nuestros deberes y de la acep-
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