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1 Director, hizo lo que éste le aconsejó, que era com- placer al padre. Referente a este punto, dijo un día a un compa- ñero suyo, que aunque estuvo en el local del teatro no vió nada de lo representado, porque se había entregado por entero a la meditación de la Pasión del Divino Redentor. Desde que hizo la primera confesión dejó a un lado aquellos defectos que eran brotes naturales de su temperamento; obteniendo por una enmienda rá- pida y eficaz un carácter dócil y cristalino. Si algu- na vez faltaba a alguien, pedia perdón postrado de rodillas. El «Querubín penitente» aumentó las oraciones nocturnas y se' mostró más diligente en sus obliga- ciones; y habiendo aprendido a ayudar a misa, corría a primera hora a la iglesia de Jesús, de la que era Rector su confesor Marchetti. Siempre conservó la misma trasparencia y limpidez, hasta el extremo de no incurrir, a sabiendas, en el más leve defecto. Cada sábado se confesaba, preparándose con suma diligencia desde la víspera; y para expiar sus ligeros defectos y por espíritu de penitencia ayunaba ya los viernes y los sábados, comiendo muy tarde y tomando de noche sólo una frugalísima colación. Koko Obtenido con tan extraña diligencia un espíritu de apacibilidad y de pureza, quería ensayar ya entre sus íntimos y amigos el pequeño apostolado, como
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