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— 211— produce siempre la aparición de esta afección endemo-epidémica de origen probablemente in- dostánico (1), causada por el vibrión colérico. En 1832, en Francia, ocasionó 100.000 victi- mas. En España comenzó en 1835, importada a Vigo por un buque inglés y por los portugueses allí refugiados de la escuadra de D, Pedro, durante la guerra civil de aquel reino. Penetró en Italia por los puertos mediterráneos de Ancona, Nápoles y Trieste, y amenazaba invadir la capital romana. Sabido es que el cólera puede transmitirse por el pescado usado en la alimentación y que ha vivido en aguas contaminadas, y es también evidente la infección por el transporte de gérmenes coléricos por las moscas e insectos, porque estos depositan doquiera sus deyecciones, contaminando también los alimentos. Gregorio XVI solícito per la salud corporal de sus Estados, y particularmente de Roma, temiendo un estrago fatal si se adueñaba de los ro- manos la epidemia, ordenó oraciones y rogativas públicas y misiones de penitencia en las principales capitales. Para este caso extraordinario nada pare- cía más apropósito que el fundador de los Misione- ros de la Preciosa Sangre. El Cardenal Vicario del Papa propúsole para predicar en Roma, y aunque le aconsejaban que no era posible comprometerse por el estado en que se encontraba, todos los me- dios puestos para estorbarlo fueron inútiles. Gas- (1) Hay autores que le dan otros focos primitivos como el de las In- dias Noerlandesas y el de la Indo-China.

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