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MM sus lluvias torrenciales y ríadas de fango en forma de agua que hicieron penosísima su larga caminata, que se remató con un vuelco de la carroza, derrum- bándose en un bajo fondo. Por milagro no perdió la vida en aquella aventura, más para contada que para sufrida, pero de tal modo quedó su persona, que como se pudo, fué llevado a Albano atacado por una tos persistente que anunciaba una herida interior en su estructura fisica... No se olvide que Gaspar pedía a Dios hacía tiempo la gracia de mo- rir predicando, y eso parece que buscaba en sus afanes, imposibles de explicar, a no suponer en su espíritu una fuerza sobrenatural. Porque ¿quién podrá creer que aun después de esto que hemos di- cho, tuvo valor de aceptar la Cuaresma en San Lo- renzo in Damaso, de la capital católica? Había en esto para él un estímulo superior. En aquella iglesia había predicado San Francisco Javier, y revestía esto una circunstancia a que no sabía sustraerse... Pero ¿y la Misión que aun dió en Basiano? Contemplémosle camino de dicha población... El viaje fué más desastroso que el de Nepi. Un testigo ocular depone en los «Procesos» que al pasar el coche un bosque volcó de tal guisa, que Gaspar quedó debajo de todos. Uno de los herma- nos legos tuvo que sostenerle la cabeza mien- tras todos se levantaban... La cargazón atmosférica condensaba la electricidad, produciendo un re- lampagueo incesante; el agua caía diluviando y todo parecia indicar una treta de los enemigos

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