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— MN Basilio, en la plaza Barberini, resevándose él dos habitaciones. El sitio es conveniente y está en muy buena posición para procurar el bien de muchas al- mal necesitadas. La iglesia es bella en su simplici- dad y no muy apartada de la población. Por lo tanto la gloria de Dios y el bien de su Instituto piden que venga V. inmediatamente a Roma.» Al leer tan suspirada noticia lo primero que vino a la garganta de Gaspar fué un himno de acción de gracias. Con el anciano del templo diría, si llega a realizarse eso, podré ir contento de la tierra de mis padres cantando el <Nunc dimittis». Pero al Señor le plugo privarle de este supremo consuelo impidiendo se realizara la fundación... Los optimismos del buen Santelli, se nublaron pronto y por causas que desconocemos en absoluto quedó el proyecto en la nada... Así llegamos al año 1836, durante el cual le de- bemos contemplar a Gaspar lanzando al aire su canto del cisne en la estrepitosa Misión de Todi. No estaba realmente para ningún pesado trabajo; su naturaleza venía doblándose hacia tierra hace ya tiempo, pero el obispo de Todi puso en juego ins- tancias repetidas para que el Beato probase a dar aquella Misión... Fué ella tan solemne y estrepitosa que toda la Prensa se ocupó de aquel oconteci- miénto que duró quince días y durará eternamente en el recuerdo de la historia... No sólo mereció fama de hombre verdaderamente singular, sino apóstol providencial que, sin hablar, sólo con presentarse,

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