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— 266— Nos hemos adelantado a su muerte y es preciso retroceder a nuestro punto histórico... Gaspar veía al ojo la presencia de la-señora muerte... Sentiase desfallecer por momentos, pero todavía pudo dedi- car su tiempo a enseñar Teología en la Casa de Albano... La formación de la juventud le interesaba suma- mente. Pero ya en Abril de 1834 dejó la Cátedra de Albano para visitar las otras Casas y ocuparse en misionar.En 1835 era ya sensible su flaqueza y pudo trabajar poco, pero todavía pudo girar otra nueva inspección a las Casas, para regular la disciplina, y se retiró otra vez a Albano... Aquí se entretuvo en completar sus métodos e instrucciones, para los misioneros, a fin de que hubiera uniformidad en todo trabajo de pulimento y de lima, que fué entre- gado a su secretario Merlini, diciéndole, que aque- lla era su última voluntad, porque era la última vez que se ocuparía de aquellas materias. A su espíritu se aproxima la visión de la muer- te cercana; pero todavía le falta un detalle para in- ternarse en la región sagrada con el cántico de Simeón en los labios... Deseaba una residencia en la capital del mundo católico: ésta sería para él una consolación suprema durante la vida, Bien mereci- da parecía tenerla cuando a principios de Julio le escribió su antiguo amigo monseñor Santellt: <Pa- rece llegada la hora de Dios para la fundación de una residencia en Roma. Esta mañana monseñor Acton me ha ofrecido el hospicio e iglesia de San

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