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E il A pu La 1 ti Y AA a TAe aa "N — A — obras más santas y mejor realizadas. No es raro el fenómeno de agudizarse más y más el encono de los enemigos arteros por la misma paciencia que se tiene en callar y tolerar los sufrimientos... Se desearía que el justo y paciente incurriese en re- nuncios y desarreglos para poder asirle de ahí y formular con pruebas, la acusación conde- natoria. No expongais razones, que la pasión no sabe de justificaciones. Podreis ser un santo, pero no faltará un portillo que os haya abierto la envidia por donde seais contemplado como un culpable... En semejantes casos no teneis otro escape que la resignación, dejando a Dios vuestra defensa. Eso es lo que hacía Gaspar muy seguro de que la causa de su Obra de ningún modo estaba más guardada que en las manos de Dios... No consiguió, pues, lo que tanto anhelaba, a saber: La aproba- ción de sus Reglas y aun a punto estuvo de temer por el porvenir de su Instituto; pero aceptó la cruz generosamente, y aunque no pudo ver en vida el triunfo de su pensamiento, el mismo Gregorio XVI, que tanta hosquedad demostraba al contestar a su- demanda, quiso aprobar las Reglas después de la muerte del Beato, con fecha de 17 de Diciembre de 1844... Sin duda desde el cielo movería el ánimo del virtuoso Pontífice para que diese a su Congregación este sello de su autoridad pontifical, dejándola a cubierto de insidias y vaci- laciones.