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. — 262— menos monta, no tuviesen ni la más leve proyec- ción de sombra de contradicción. Quisiéramos que toda obra, cuyo pensamiento inicial fuese la gloria de Dios, mereciese la espontánea aclamación y el fervoroso apoyo de la autoridad. Nos descorazona toda minúscula oposición y aun fácilmente achaca- mos absurdos propósitos a una iniciativa que de pronto haya merecido descalificaciones de la supe- rioridad. ES preciso parar mientes en que la prueba suele ser el yunque de forja y la oposición, el fiel de las intenciones que motivaron la obra. Dejar con la mayor facilidad, al primer intento de contra- dicción una empresa que tomamos entre manos lealmente, es probar la poquedad de ánimo o vani- dades y poco espíritu de abnegación... Esperad en la contradicción... Dios está cerniendo y purifican- do vuestro corazón de toda levadura humana... En la dura lucha se conoce si buscamos a Dios o nos buscamos en nuestra obra... Altos juicios de Dios motivan las oposiciones hasta del mismo Papa en Obras como la del Beato Búfalo. Pero estudiando en detalle las razones de esta tormenta, podemos recordar lo que ya llevamos dicho en otro lugar, En cuanto a la base del Insti- tuto, hubiera deseado Gregorio XVI que fuese más a la apostólica... Quería que los misioneros evan- gelizasen desinteresadamente, sin lucro material, confiándose enteramente a la Providencia..: Tenemos por indudable que a Gaspar no le disgustaba esta base; que deseaba vivamente este

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