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sulla er — 259— Dri dias ¿Quién hubiera dícho entonces al venerable párroco de Genazzano, que aquel misionero que entraba a misionar en su iglesia había de ser tiem- pos andando compañero suyo en loores públicos de beatificación? ! No nos dice nada el manuscrito que tenemos a 1038 la vista la naturaleza de relaciones que entablaron pi aquellos futuros beatos; pero indudablemente se q entenderían compenetrándose de alma a alma y cambiarían en ratos de comunicación el aroma de sus virtudes como dos rosas que se cimbrean sobre un mismo tallo de esmeralda y lanzan al aire el suave perfume que elaboran en sus cálices, ko 3 La última fundación que el Beato hizo durante i su vida, fué la de Pennabili, cuya casa se abrió el 1h ' 25 de Octubre... Después de esto casi sólo se (000 preocupó de la aprobación de las Reglas. No quería dejar la disciplina regular al capricho de particula- 11081 res iniciativas, ni quería pasar por el trance de que ¡ no estando autorizadas oficialmente sus reglas, pu- 1058 diesen acusar a su Instituto de falta de formalidad 1 canónica. . e ll En aquellas reglas tan sabiamente pensadas y ensayadas con tanto cuidado había vaciado su es- píritu y en ellas vertía todo el contenido de.sus idealismos apostólicos, acomodando la letra al sen- ÓN tido de la Congregación. No podía ser una regla preñada de austeridades ni a la manera de otras 18