BCCPAM000R09-1-22000000000000

cra vincia romana y a orillas del Treia... Le era preciso emplear incesantes recursos para agenciar nuevos - obreros apostólicos que renunciando sus comodi- daces se dedicasen exclusivamente a conseguir la reforma social. Aquella sociedad carcomida en sus bases, po- drida en su entraña, orientada hacia libertades que Gregorio XVI tuvo buen cuidado de prohibir como funestas para el bien social... Aquella sociedad sembrada de ideas volterianas, cuyas experiencias daban el fruto de revoluciones incesantes... cuya explosión de un efecto anárquico, derrumbaba Ins- tituciones seculares... Aquella sociedad cuya carac- terística era la indiferencia religiosa, a la que son afines todos los fraudes, sin valor positivo ninguno, a no ser para arrumbar y destruir, necesitaba en verdad reorganizar las funciones ético-sociales so- bre la piedra de la justicia evangélica y del dereoho a la autoridad... Fuera de eso la misma Iglesia su- iría derivaciones lamentables de tal estado de cosas y perdía su hermosura y prestigio, de lo que lamen- tábase con sobrada pena el Pontífice Supremo. Sin duda Gaspar recordaba lo que se cuenta de Pío V, quien en cierta ocasión dijo: «Dadme bue- nos predicadores, buenos confesores, y yo os daré una Iglesia hermosa y reformada», y soñaba con sueños de oro en poder remediar tanto desastre, multiplicando sus fundaciones y sus obreros apos- tólicos. Por eso cada nueva Casa que abría era un motivo de intensa alegría para su ardiente cora-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz