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Ñ q Í sn — 256— de nuestras habitaciones. Es de notar que los mi- sioneros no cesaron de trabajar; tuvieron valor para anunciar públicamente la elección del nuevo Pon- tífice, cosa que ninguno otro se atrevió a hacer. Por aquel tiempo nuestra Casa estaba desprovista de los medios de subsistencia, pero no faltaron per- sonas piadosas que nos socorrieran con sus limos- nas. Todo esto, concluye el testigo, fué efecto de la fe con que el Canónigo del Búfalo rogaba por nosotros.» En este espejo pueden mirarse las circunstan- cias bien amargas porque tendría que pasar toda la Congregación... Estas horas de amargura no hacían más que robustecer aquel gigante espíritu en su providencial misión. k*x* Vino a acibarar su alma tan probada por el in- fortunio la muerte de su querido padre, que tanto había amado y reverenciado y a cuyos últimos ob- sequios,se asoció la Congregación celebrando un solemne funeral por el eterno descanso de su alma y dándole honrosa sepultura en la iglesia de San Adrián. Pero todavía, en medio. de tales penalidades, levantaba al cielo su corazón sin dejar su labor apostólica y la consolidación de su obra... No fué para él de pequeña consolación el haber podido abrir una nueva Casa a últimos del presente año, en la pintoresca Nepi; la antigua nepete, en la pro-

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