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BE e notablemente los generosos empeños de nuestro bienaventurado... Al morir, dejaba sus bienes a la Congregación de los Misioneros de la Preciosa Sangre, sellando de este modo su grande cariño y su nunca desmentido amor hacia la obra de Garpar. Hombre eminente, virtuoso, sabio, generoso, infatigable en promover el bien; tal es el amigo que perdía Gaspar en la muerte del cardenal Cris- taldi. No era extraño que el Beato llorara amarga- mente tan infausto suceso, y en prueba de gratitud ordenó que en todas las Casas se hicieran los su- fragios por el alma de Cristaldi, como por el más grande e insigne bienhechor de la Congregación que la había mecido en la misma cuna con cariño de solícito protector. Una lápida con sencilla inscripción cubre mo- destamente su sepulcro en el Cementerio de la iglesia de Santa Catalina en la calle Julia. En verdad pudo decir Gaspar que había per- dido «amicus inter caeteros» y más dolorosamente lo diría si hubiera previsto que todavía le aguarda- ban nuevas tribulaciones durante el pontificado del sucesor de Pío VIII... Kk+* El día 2 de Febrero de 1831 fué elevado al solio pontificio el cardenal Mauro Cappellari, que tomó el nombre de Gregorio XVI... De no haber interve- nido con la exclusiva la Corte de España, el sucesor

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