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MR Papa no me ha recibido bien; me ha dado una buena reprensión... Creyó, pues, conveniente no extremar su minis- terio, y en 1830 sólo predicó unas tandas de ejer- cicios. Como las rudas olas azotan la costa grís, así una tribulación sobre otra azotaban el alma de Gas- par, bañándose en la espuma de la amargura, que toda tribulación trae el amargor de las aguas mari- nas; y como las nubes pardas dan al cielo un as- pecto sombrío, de esa misma suerte las amarguras dan al espíritu un aspecto de melancolía... Pero en Jas horas agudas de dolor, cuando por Dios se padece, torna a asomar por entre duros nubarrones una estrella de esperanza consoladora... Mientras visitaba Gaspar la Casa Pievetorina y celebraba allí el Santo Sacrificio de la Misa, le confortó el Señor con una regalada visión. Vió un grupo de cadenas descender desde el cielo y que apretando su alma le atraían hacia el Paraíso... Por otra parte, en Giano hizo con sus oraciones que una corta cantidad de vino bastase por muchos días para toda la Comunidad... Estos sucesos de orden providencial y divino le consolaban de todas las aflicciones que le proporcionaban los hombres con sus prejuicios y malicias. Desde Albano envió un Memorial al Sumo Pon- tífice, exponiéndole que los privilegios y pensiones no les fueron otorgados por León Xil, como Su Santidad creía, sino por Pío VII en los principios

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