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— 247— por eso tomó su nombre. ¡Qué dicha para Gas- par si heredara también el afecto paternal y- el cariño que profesaba Pio VIl a su Congre- gación. Sin embargo, el pontificado de Pío VIII fué una continuación de la cadena de amarguras que sufría Gaspar. Las informaciones calumniosas hubieron de multiplicarse de modo que un día el Papa enseñaba al cardenal Franzani un montón de correspon- dencia, mezcla de recursos y calumnias contra la Congregación de la Preciosa Sangre. Pronto se vió el efecto que esto hizo en Pío VIII. La subvención mensual de 300 escudos que recibía Gaspar para sus Casas y misioneros de los Estados Pontificios, fuele suprimida por orden del Papa... Como sin este recurso material ni podían continuar su Obra de evangelización, ni podían vivir, Gaspar solicitó una audiencia para hablar personalmente al Papa... Obtuvo la audiencia, pero fué recibido con harto desabrimiento... Al ponerle delante el asunto de las facultades y subvenciones... interrumpiole el Papa: ¿Tenéis Rescripto de nuesto predecesor León XII?... Como no se cuidara de ello Gaspar no pudo responder que sí, y calló... Entonces el Pontífice, con tono grave y palabras severas, le amenazó con quitarle todos los privilegios... Todo el poder de la Religión le fué preciso a Gaspar para no alterarse. A los que le preguntaban sobre el éxito de la entrevista, contestaba solamente: «El
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