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— 233 — observantísimo en la observación de ayunos, no sólo en casa, sino también fuera de ella en horas fatigosas de las Misiones. No sólo era él escrupu- losísimo en esto, deseaba que también lo fuesen sus hijos, estando muy lejos de su mente una peti- ción semejante de dispensa de, ayunos o vigilias. Era corriente oírsele decir que los misioneros que salen a predicar debían ayunar como los demás fieles, y que no pudiendo edificar con este buen ejemplo, debían quedarse en casa... Léese que mientras predicaba ejercicios en un Seminario, le presentaron un pescado nada común en día de vier- nes, y en atención a ser tal día no lo quiso gustar, contentándose con un poco de bacalao... Júzguese, pues, como le caería a Gaspar la noticia de la frase que se le achacaba al Papa. ¿Puede admitirse en una Autoridad Suprema, como la del Pontífice, una información calumniosa? No dejamos de compren- der los medios de información que se tienen en tales alturas, y que a veces los elementos de juicio que aportan referencias parcialistas, carecen de las garantías de veracidad... Es, naturalmente, temera- rio suponer una falsedad en labios tan augustos, pero la falsedad no nace de las disposiciones de su ánimo, sino de las comunicaciones que se le hacen. No es fácil que una personalidad tan encumbrada pueda ponerse al corriente de todas las circunstan- cias de observación; y es justo y es normal formar ellos su criterio por lo que informan los subordina- dos. Sería imposible gobernar si en cada caso fuese ESA ia a TA o A |
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