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— 225 — + hago este miserable cuadro de las Casas, para que V. se interese más; si yo tuviera dinero particu- lar, no insistiría tanto; pero en este asunto seguro estoy que en mi muerte no encontrarán un céntimo en mis bolsillos.> A pesar de todo continuaba su ministerio mi- rando antes que nada el bien de las almas. En una de estas excursiones estuvo a dos dedos de la muerte. He aquí cómo relata el caso un testigo de vista: <Antes de llegar a Penne, como el camino fuese tan malo, bajamos del coche para asegurar la marcha, pero empeñado el cochero en que subiéra- mos, volvimos a montar; en esto empezó el coche a inclinarse a un lado, dimos gritos que parase; pero todo inútil; el coche volcó en los bordes mismos de un terrible despeñadero, y poco faltó que nos despeñásemos caballos, carruaje y caballeros... El hecho contribuye a dar mayor realce a la Misión que fué una de las más solemnes y fructuosas. En medio de las contrariedades y calumnias Dios le enviaba algunas consolaciones. No todo era verse calumniado. Un sacerdote llamado Vicen- te de Nicola, habiendo oído maravillas del Beato, fuese a consultarle cosas de espiritu. El apostólico varón le invitó a ingresar en la Congregación, como así lo hizo, siendo ina de las más béllas flores del Instituto. Habiendo terminado la probación fué des- tinado a Giano, donde vivió poco tiempo, porque mientras predicaba un día en honor de la Virgen le acometió un golpe apoplético que le privó de voz
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