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AR. ER ¿ e ql y HN tl M3 GARA PAN Ni, <A FALDA EALMIRANTE 4 GP AD A AS IA a > pS A — 220— y solicitado era de los que de corazón buscaban el bien del pueblo. Por lo que hace al acatamiento a la autoridad eclesiástica, llevaba a tanto extremo sus reparos que tenía grandísimo cuidado de no en- trar en una ciudad o diócesis ni salirse de ella, sin contar primero con el parecer del Obispo. Lo bueno era que el cardenal Consalvi, Secre- tario de Estado a la sazón, enviaba al Beato todas las acusaciones anónimas... Es de suponer que dada la constitución nerviosa y la delicadeza de con- ciencia del Beato, había de causarle esa campaña difamatoria agudo dolor... Más que mirando a su persona, en atención a ser fundador de una Congre- gación cuyo prestigio no podía dejar de intere- sarle, Mas como Pío VII parecía favorecer abierta- mente las campañas apostólicas del Beato durante su pontificado, poco daño pudo hacerla dicha ola difamatoria. La Suprema Autoridad le cubría eficaz- mente y eso era causa de que los tiros enemigos no le llegaran muy al corazón. Empero expiró Pío VII el 20 de Agosto de 1823, y es entonces cuando empieza la persecución sistemática y a fondo con- tra toda la obra de Gaspar. No dejaremos de reco- nocer que en la última etapa del pontificado de Pío VII el título de la Congregación ponía algunos reparos en la mente del Papa, pero lo verdadero es que este gran Papa nunca le retiró su protección. Las gracias y favores con que la honró, no siempre eran bien ejecutadas, mas no por eso se

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