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+ buena se necesita haber estudiado en la oración la verdadera naturaleza del misionero... Téngase en cuenta que, fuera de la gracia de Dios, que hace lo que quiere, la suerte de las misiones va encadenada a la conducta del hombre apostólico... Es este uno de los temas de que nunca tendremos una convic- ción bastante exacta. kx Nos es preciso asistir ahora a uno de los mo- mentos más críticos de la vida del Beato. En medio de sus afanes le sorprendió la muerte de aquel di- rector celoso y padre espiritual suyo el canónigo Albertini... Era entrañable el amor que a ambos unía desde que se conocieron en la hora del destiée- rro... En una amistad sincera, ambos a dos, trabaja- ron en llevar a cabo el pensamiento de la Cóngre- gación, Albertini dirigiendo el espíritu de Gaspar y éste consagrándose en alma y cuerpo a la obra que providencialmente se le confiara... Ahora perdía Gaspar aquella sabia dirección y aquel alentador consejo del hombre prudente que poniéndose siem- pre en la verdad y en lo justo decidía los problemas que agitaban el corazón de su dirigido... Narrar el dolor que esto pudo causarle, es imposible, porque el buen amigo es un tesoro... Gaspar no trataba en su apostolado de hacer una obra simplemente per- sonal... Conocía que el espíritu de perfección y de apostolización reclamaba nortes y direcciones pru- dentes, y no fiándose totalmente de sí mismo, tenía

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