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A A E e Si do $ ca j A 4 y otr RIA pl Y — fía hoy en la eficacia de la oración! Nos hemos hecho un ideal de apostolado fuera de ese eje cen- tral, y corremos en una órbita muy humana... Nos preocupamos más de la preparación científica y li- teraria que de la preparación espiritual. Damos más importancia a la metralla que preparamos con industria nuestra, que a la que llega de Dios... Sin embargo no fué esa la conducta de los gran- des apóstoles. La oración es mejor arma para los combates apostólicos que la ciencia huma- na. La oración es la que debe dirigir nuestra actividad... Ella debe determinar el blanco y regu- lar la fuerza y aun proporcionar material eficaz de combate. En esto como. en hartas otras cosas, tenemos que apropiarnos las palabras del poeta: «Conozco el bien y lo apruebo, sin embargo, sigo lo peor». El brío que falta a nuestro apostolado, obedece a la falta de haber pasado nuestros discursos por el ta- miz de la oración... La causa única de la ineficacia que tenga nuestro ministerio, tal vez sea la falta del valor que da la oración, tanto para la perfección personal, como para el aprovechamiento de los de- más... Deberían empezar los grandes talentos orato- rios por presentar las pruebas de este punto de vis- ta... La heróica resolución de dedicarse a las Misio- nes en una época como la presente, necesita haber- se madurado en la heróica persistencia en la oración, Lo dijeron y se cansaron de repetirlo los Santos, sino que ahora se estila una nueva valoración de

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