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dl — 193 — Ri Cuando bendecía los campos por requerimiento bi] de los pueblos, siempre se esperaba abundosa re- y colección como de hecho ocurrió muchas veces. ] Mas nunca pasó por el pensamiento del Beato ni la más leve nubecilla de vanidad que empañase :s el claro cielo de sus intenciones. Al contrario, cada € vez séntia más bajamente de si mismo y no aban- 0 donaba ¡jamás el cuidado de ir caminando de bien e] 1 en mejor por el camino de la virtud. Koko | Su limpia pupila, clavada constantemente en la hi k Cruz, traía grabada la imagen de la virtud, esmerán- á dose constantemente por llegar a aquella meta glo- in riosa de los santos. | úl El 7 de Febrero de 1819, escribiendo a Cristal- q di en medio de sus grandes tareas, le decía: «Estoy l deseando que llegue el próximo sábado para apli- All carme a los santos ejercicios. Nos encontramos en AA una época en que necesitamos dedicarnos mucho a 4% la oración. Yo, particularmente, tengo extrema ne- cesidad de ello para el desempeño de los trabajos que están a mi cargo durante la Cuaresina y Santas Misiones. El Carnaval es la única ocasión en que puedo atender a examinar bien mi conciencia»... No se puede poner en. duda que el tema del Beato es de constante actualidad y que la oración | es para el misionero como el arsenal de municiones para el soldado... ¡Oh la oración! ¡Y qué poco se

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