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mn ; 7 o A ll Ñ Ú 4 B PE MATAS MAP PR ds ae EBAIA AI AT si LA ai A _ ti e AN - PAD RE RE A A so ción de sus Obispos en tiempo de las guerras y ene- mistades entre Francisco 1 y Carlos V. Tal vez el ciego de Ascoli, el admirable astrónomo y poeta Francisco Stobili, nos daría de ella mejor referencia que la que pudiera darnos el noble atleta de Cristo, que fué a su centro a desterrar la impiedad y aven- tar sus cenizas en las aguas de Tronto, sin temer a las maquinaciones de la plaza de Duomo... En sus fastos religiosos se conservará imborrable la evan- gélica labor del glorioso Gaspar y quedará para siempre asociado su nombre a los destinos de la comercial Ascoli, favorecida por Dios con aquella Misión admirable. De allí salió Gaspar para recorrer en jornadas evangélicas otras provincias, que dejaremos en el silencio para llegar pronto a Terracina y a Roma... En Terracina enfermó, contrajo el bienaventurado unas fuertes calenturas que le obligaron a volverse a Roma... Fué una parada providencial para que descansara aquel cuerpo fatigado con tantos es- fuerzos; pero también para que se viera de nuevo la protección especial que le dispensaba desde el cielo el gran Javier... Enfermo de gravedad, sin que médicos ni medicinas pudieran atajar la dolencia, se encomendó a su celeste protector, bebió su agua bendita y la curación fué tan rápida que pronto voló a Seguí a dar la última misión de aquel año. , En el año 1822 estamos en Carpineto romano, patria del inmortal León XIII, junto al pequeño