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— 183— rán como argumento definitivo contra el sistema de exteriorizaciones. ¿Que la masa devota o la ines- tancia popular se haya edificado? Eso para ellos no hace al caso... Su criterio representa una ruralidad inadmisible o una superstición denigrante... Así se discurre en este como en otros mil casos en que el amor propio o propio juicio hace de dómine y de juez... Al prohibir el Obispo de Ascoli las manifesta- ciones que usaba Gaspar, como un recurso tal vez para acallar estridencias enemigas, no creemos lo hiciera por impulsiones de un sistema contrario; nos induce a pensarlo así el que luego, atendiendo consejos de hombres prudentes, autorizase la Mi- sión, que se dió con un éxito extraordinario... El Párroco, sin duda el de la parroquia donde se dió la Misión, que no dice cual el manuscrito, atesti- guó que un sectario encolerizado por las conver- siones conseguidas, lanzó contra el bendito apósto! las más groseras y feas calumnias. Dios, empero, que si es bueno, es también justo, salió en favor de su Siervo, expirando el sectario súbitamente a poco de llegar a su casa. Ascoli era sin duda una de las gusaneras socia- les de aquella edad de revueltas... Ascolum Pice- num, capital de provincia sobre una linda colina, a cuyas faldas corre el Tronto, para ir a desembocar en el Adriático, después de recorrer 28 kilómetros en caprichoso sesgo... Tal vez podríamos recordar en alguno de sus monumentos la famosa interven- in cis S li A il 0 a SS ” : e ALS IIAMb

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