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E cuantioso patrimonio, aficionado a la vida alegre, proverbial en los romanos, se vió obligado por azares de la suerte a buscar la manera de vivir con el sudor de su rostro, y hasta a emplearse en la baja faena de cocinero de los príncipes de Paluzzo Al- tieri. Inclinado al derroche de lo que ganaba, con- sumía en un día los ahorros de toda la semana. Sin embargo, conservaba, como en relicario santo, un espíritu fiel a las enseñanzas de la fe y una venera- ción profunda al Vicario de J. C. Casóse en 1781 con Anunciación Quartieroni, dama romana de nobles sentimientos y de altas prendas morales. Llamábanla santa, y comparábanla con la madre de San Agustín, que por ser tan levan- tada en méritos la premió el Señor predestinándola para madre venturosa de nuestro bienaventurado, como a Santa Mónica para madre del célebre obis- po de Hipona. kx Claro y espléndido debió brillar para Roma el día 6 de Enero del año 1786 al aparecer la luminosa antorcha, que al día siguiente sería bautizada en la iglesia de San Martino di Morti con los nombres de Gaspar, Melchor y Baltasar. Era nuestro egregio biografiado, que amanecía como aurora de estrella milagrosa, para ser guía y conductor de nuevas generaciones hacia el misterio de la expiación. Confirmado el año siguiente en la Archibasílica Lateranense por el arzobispo de Aliza Mons. Juan

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