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— 174— pués del tercero o cuarto día sintiose tan mudado, y concibió tal arrepentimiento, que determinó aban- donar el mundo, retirándose a una vida de perfec- ción... ¡Dichosas las almas que aprovechándose de los momentos de la gracia, dejan lugar a Cristo y a su obra de regeneración! ¡Cuántos pecadores que se eternizan en su mal trocaríanse en santos si en vez de alejarse de las ternuras de la Cruz que les quie- re iluminar, se aproximaran un poco a ella! ¡Cuán- tos hallarían su total regeneración si tuviesen la fortuna de escuchar a un verdadero apóstol de la verdad!.. Después de haber dado en este año no menos de veinte Misiones, le vemos otra vez en Pievetori- na; pero ahora va con objeto de realizar su pro- yecto de fundar allí una residencia; y en efecto, se abrió la casa con un triduo de preparación, de cuya esplendidez no podemos hacernos eco en este mo- mento... Pievetorina es una villa de relativa impor- tancia, porque tendrá cerca de 4.000 habitantes, entre los que cundía la impiedad como un cáncer venenoso y necesitaba de un cultivo perseverante para mejorar su situación espiritual... Sin detener- nos en los resultados de la fundación, sigamos el hilo de la crónica. Invitado por el cardenal Della Somaglia, co- menzó el Beato nueva serie de Misiones el año 1820. En Velletri, el público, entusiasmado con su presencia, soltó los caballos del coche donde iba y o proa se 1 4 1 h 4 y ¡ % A Pe A A RS pp pa Lt A A 5 ON ==
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