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cn ED misma forma que leemos en el manuscrito que ve- nimos utilizando: «En el momento del sermón que hacía el Siervo de Dios en la pública plaza, depone el testigo, al- gunos aseguraban haberse confesado con él en-la iglesia; yo mismo ví que la gente iba admirada dialogando de este modo: —No, que está confesando en la iglesia. —¿Pero si acabo yo de oirle predicar? —¡Pero si yo mismo me acabo de confesar conél! Todos creyeron ser esta una maravilla, y quedó pública fama del hecho de la bilocación. Sobre el fruto de esta Misión bastará recordar que mientras Gaspar trató de huir a media noche, por evitar manifestaciones populares, vió de pronto su coche: rodeado de hombres que con hachas encendidas ¡le acompañaron hasta Forlimpopoli, donde habíase preparado también una. gran demos- tración de afecto y.de admiración. Llegado a la plaza, subió el Beato a una tribuna y arengó valerosamente a las dos poblaciones para que en adelante conservaran intacta la paz que ha- bían pactado aquellos días de misericordia. En otro lugar se dió el espectáculo de cerrar el pueblo todas las puertas de la ciudad a fin de que no se fugara el santo apóstol y poder gozar por más tiempo de su compañía... A todas estas campañas de 1818 dió justo coro- namiento con unos Ejercicios predicados a los po- bres de las Termas, en el mes de Noviembre...
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