BCCPAM000R09-1-22000000000000

Tn A TT tó rd e he > — 170— Al día siguiente se supo que al volver los sicarios de Forli a sus casas, volcó el coche, siendo arroja- dos al río... Cuando lo supo el bienaventurado Gaspar, lleno de espíritu de caridad exclamó: ¡Señor, Señor, tened misericordia de ellos...» Estas peripecias y peligros, como gajes del apos- tolado, no pueden intimidar a los ministros del Al- tísimo. Jesucristo dijo: «Os envío como ovejas en- tre lobos». «¡Y qué lobos, gran Dios!...» Sino que el Señor procura cuidar de los suyos y no pocas veces resultan en beneficio del bien público y de las almas sobre todo, los intentos perversos de los malos. Como las dos corrientes, negativa y positi- va, concurren en €l fluido eléctrico para alumbrar y esclarecer los palacios y los salones; así estas dos corrientes del odio enemigo y del amor divino se asocian para poner más de relieve y en mayor luz y esplendor el mérito de los misioneros y la virtud de la gracia. No solo depura y enaltece la persecu- ción, el valor real de los apóstoles, sino que, ade- más, concurre a hacer más brillantes los triunfos de la palabra divina... El corazón de Gaspar se revelaba mucho mejor que en los triunfos de su oratoria, en los de su amor... Como la brasa al quemar el incienso le hace difundir todos sus aromas, así la contrariedad al ce- barse en él le hacía difundir los efluvios de su cari- dad... El dolor labra en el espíritu del apóstol el diamante de la virtud; es el crisol social donde se ensayan, prueban y avaloran los caracteres nobles,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz