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— 165— perdido y negro corazón. A la voz del Beato no pudo, no supo resistirse... pero luego que el Misio- nero de Dios hubo dejado aquel lugar, el desventu- rado clérigo volvió a su sentina de vicios y murió en estado de reprobación, de una muerte repentina. Clara y deslumbradora aparece aquí en un solo caso la misericordia y justicia divinas... Así acoge y otorga el perdón al pecador más empecatado, como castiga con estrépito a los que abusan de su amor y de sus bondades... Corramos el velo... y pasemos a San Severino y pueblos limítrofes, donde la labor tuvo una intro- dución descorazonante por lo fría y mal recibida... Mas luego, caldeada la atmósfera espiritual, fué tal el aprovechamiento, que no bastaron cincuenta con- fesores para despachar la gente que buscaba ansio- samente su reconciliación con Dios. Personas que holgaron del confesionario por 40 6 50 años, volvieron a él con arrepentimiento visible. Quemáronse libros prohibidos en abundan- cia; quebráronse armas ofensivas en número creci- dísimo y se apaciguaron rencores envejecidos y se blanquearon corazones negros como el hollín. Des- pués de 40 años del suceso aquel, todavía se re- cordaba su éxito extraordinario y nunca oido, Entre tanto, Cristaldi, que tenía buenas referen- cias del apostolado de Gaspar, le llamó a Ancona para dar ejercicios á los detenidos en la dársena... Acudió el 'Misionero' con generoso ahinco, y su celo no se concretó a los apresados; extendió sus

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