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CAPÍTULO IV Emulador de Javier.—Sucesos varios de sus misiones. —Nuevas pruebas de su valor moral (1816-1823), o00000009 o M ¿ uy en el alma llevaba el bienaventurado *35"* Gaspar la memoria de su inefable protec- Ó tor San Francisco Javier. ¡Cuántas veces sentíase como obligado a exclamar, fijándose en él: «¡Oh qué gran Santo! ¡Qué anchura de corazón! ¡Qué abrazo le daré en el Paraíso!...> Estimulado por su ejemplo, no sabía dar quie- tud a su celo apostólico. Compañero de su corazón, lo era también de su espíritu y de sus inacabables afanes en las correrías evangélicas... Por eso tenía costumbre de exponer a la pública admiración de los pueblos que misionaba la imagen del gran apóstol de las Indias... Muchas veces entonaba loores en alabanza suya, y decía paladinamente que era el protector de la Congregación de los Misio- neros... De ahí nació el pensamiento y la ordena- ción de que todos los misioneros se recogieran anualmente en ejercicios espirituales durante la Novena del Santo navarro. Mas donde mejor se o 9 o o o o 0 0 o o

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