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E cuando la razón exacta es que no se quiere tomar molestia alguna porque tal o cual trabajo no pro- duce, fuera de algún resultado espiritual, emolu- mento alguno? ¡Qué poco miraba el Beato Gaspar a estos efí- meros emolumentos, y qué atento estaba siempre a la palabra divina! «Querite que sunt Jesu Christi»... Estamos por escribir que mucha parte de la culpa que todos lloramos, en la indiferencia de los pue- blos, tiene su raíz y cabeza en la incuria y en la pereza ministerial... sino que esto ni se quiere saber ni se quiere oir... Tal vez una de las razones más verdaderas de nuestra infecundidad espiritual y del poco éxito de lo que emprendemos en provecho del prójimo, es que humanizamos mucho nuestro trabajo... Prescindimos más de lo debido de moti- vos sobrenaturales... «Illa nocte nihil prendiderunt». Echaban los Apóstoles la red y nada pescaban. Lances inútiles porque la red era arrojada a la iz- quierda del bote. «Mittite in dexteram navigii rete et invenietis» (1). Arrojad vuestra red, vuestro tra- bajo ministerial a la parte derecha; arrojadla en nombre de Jesucristo y veréis que redada sacaréis, «Jam non valebant illud trahere». ¡Pobre sacerdote que has trabajado años y años sin provecho!... ¡Pobre misionero que con fatigas inumerables llegas a descorazonarte, por la escasez de la pesca apostólica! Oye a Jesucristo. Dí resuel- tamente: «In verbo tuo laxabo rete». Señor, vol- (1) Joan 21.
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