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y y an í Ñi pi q 0 fuerza... No pocas veces, entre encajes y destellos de una luminosidad joven surge una flor de arroyo; pero flor que hiere y envenena, o licor que atolon- dra y emborracha. ¡Cuántas veces aquel corazón pletórico de juventud y de pasión es la tumba de otra juventud tan pletórica de amor! Cuántas veces aquella sonrosada carne de escultural formación es una carne infeccionada que cría en el secreto de la vida el gusano de corrupción!... No es esto lo co- rriente; pero la corriente a eso va... Sólo la Religión conserva en su esplendor la juventud de los años con la juventud y frescura de las prácticas inspira- radas por la fe... Sí; sólo la Religión es el bálsamo que conserva sin corrupción la carne de pecado. A eso atendía el gran apóstol de la Preciosa Sangre, creando esta nueva Asociación para las Hi- jas de María, para que éstas, bajo el patrocinio de su gran Reina y Madre, se mantuviesen alejadas de la culpa y del mal, ocupándose en trabajos piado- sos, retiro, práctica de virtudes y frecuencia de Sa- cramentos... Allegose a todo esto otra Hermandad que en al- gunos lugares establecía para la gente de campo... Su objeto era reunirla los días de fiesta para practi- car los ejercicios de piedad y oir la palabra divina... Esa pobre gente que, durante los días laborables, está tan ocupada en sus faenas de campo, tenía en dicha Hermandad un estímulo para santificar mejor el día del Señor y repasar la instrucción cristiana.., También los pobres labradores merecían la conso-

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