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— 148— diente, o de la convulsión social de la época... La juventud en cualquiera de sus aspectos representa la humanidad en flor y la esperanza que podrá desgra- narse en frutos de bendición o de perjurio, según sea la dirección que se la dé. Las observaciones pedagógicas que hemos antes consignado, obede- cían al punto de vista intelectual, pero en la lucha eterna con la verdad y con el error, con objeto de descristianizar la juventud, el elemento moral tiene decisiva influencia... No es la cabeza generalmente la que arroja en el vicio a la juventud; es el vicio el que arranca de la cabeza la idea de religión. Aun en familias cristianas se entiende poco este asunto... Su neutralidad educativa o educadora deja prepara- do el terreno para el derrumbamiento de toda hon- radez y de toda virtud. Es preciso apoderarse del corazón del joven por medio de entretenimientos sanos y prácticas piadosas acomodados a su edad. Si la soberanía del hombre no reside en el corazón, peligra toda otra soberanía por alta que. esté; y el corazón se declara soberano cuando es realmente virtuoso... Elevar el nivel moral del joven es elevar su personalidad... Con este pensamiento estableció el Beato una tercera Asociación, bajo el patrocinio de San Luis Gonzaga, que tan excelentes frutos ha conseguido en la sociedad. Los que en algún tiempo pudimos frecuentar las prácticas de los Luises, podemos dar razón del ascendiente que ellas tienen sobre los jóvenes corazones.
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